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¿Qué es identidad cultural?


¿QUE ES IDENTIDAD CULTURAL? 

Hablar de identidad cultural supone de principio una pregunta: ¿quiénes somos? No obstante, en la medida en que se formula la interrogante se está dando también la respuesta. Comenzar la discusión de esta manera es una forma de inscribirla en el terreno de la hermenéutica, así como igualmente es una forma de trazar límites respecto a otras búsquedas que intentan hallar identidades culturales observando ciertas manifestaciones empíricas. En efecto, otras investigaciones llegan a confundir identidad cultural con algunos “folclorismos”, costumbrismos, lo llamado también como tradiciones, en fin con una gama de acontecimientos que incluso hasta definen como cultura. Separándonos de estos enfoques, deseamos ubicarnos en el territorio de lo simbólico y representacional, en el lugar de elaboración de las significaciones, allí donde anida lo que pudiéramos definir como la dimensión semiótica de la vida. Hurgando en ello podremos encontrar las claves para hablar de identidad cultural.

La pregunta por el ser, entonces, es nuestro punto de partida, y esa pregunta dice ¿Quién soy?, ¿Quiénes somos? Deseo referirme así a la reflexión de Heidegger sobre la hermenéutica del ser, y resumir que siendo sólo el ser humano quien tiene la posibilidad de preguntar y preguntarse sobre el mismo, eso es justamente lo que caracteriza su modo de ser. De esa forma, el Dasein  -dice Heidegger-, el ente humano, existe comprendiendose: “La comprensión del ser es, ella misma, una determinación de ser del Dasein” (Heidegger, 1998:35).

Es decir, se es, se existe, comprendiendose. En esa medida, la comprensión hace a la existencia misma o, dicho de otra forma, se existe en actitud comprensiva, en actitud hermenéutica. Por lo tanto, la más clara e indicativa manera de ser es preguntarse, entonces, por el mismo ser, por el sí mismo: “El planteamiento de esta pregunta, como modo de ser de un ente, está, él mismo, determinado esencialmente por aquello por lo que él se pregunta  por el ser” (Heidegger, 1998:30).
En otras palabras, podemos decir también que si el existir supone ser el ser es estamos hablando de una situación de identidad, y ésta sólo puede hallarse si buscamos en la comprensión del sí mismo pues allí se estaría definiendo quién soy, quiénes somos. En términos de nuestro interés por refundar un debate sobre identidad cultural, las apreciaciones de Heidegger sirven de mucho, pues nos indican que para hablar sobre el tema tendríamos, entonces, que comenzar por buscar cómo los individuos se piensan a sí mismos, es decir, cómo se representan.

Cabe señalar también en este orden de ideas, que todo intento por “rescatar” la identidad de grupos, pueblos, comunidades, resulta infructuoso, en la medida en que ésta nunca se pierde. Su pérdida sólo podría ser anunciada una vez llegada la muerte. Si el ser es en la existencia, ya no es cuando deja de existir, es decir al morir. Mientras tanto si existe es, y por consiguiente nos dice de una situación de identidad, sea cual fuere, por lo cual intentar “rescates” de identidades supuestamente perdidas -como en tantas oportunidades se ha planteado respecto a grupos étnicos y otras poblaciones de alguna manera vistas como amenazadas en su identidad cultural- parece hasta ingenuo, pues nadie existe y nadie es, sin identidad.

Si el existir se funda en el comprender, es pertinente decir que la hermenéutica no es sólo una “herramienta” que nos permite examinar la producción de representaciones de identidad cultural, pues antes bien, esa misma producción es ya un acto hermenéutico. Entonces, pensase, representarse, busquemos allí la construcción de identidades, y hablemos/conceptualicemos hermenéutica de la identidad en cuanto forma del existir.

Esa actuación del pensar-se debe ser ubicada, pues no ocurre en un vacío de significaciones. Es decir, ubicada en un contexto de formulación desde donde “sale” la pregunta por la identidad, y desde donde se produce su consecuente respuesta. Nos estamos refiriendo a un horizonte semiótico que podemos llamar cultura. En otras palabras, el sentido de las representaciones de identidad que llegan a producirse en una comunidad  -cual sea- viene de- terminado por un universo simbólico llamado cultura. Cómo se ha formulado desde allí la pregunta por el ser, y cómo se ha respondido a ello es un asunto, entonces, estrictamente cultural. Pero lo es, porque así ocurre el proceso de la comprensión en sí misma: desde un horizonte de sentido que es anterior a nosotros mismos, al cual pertenecemos, y que otros autores han definido empleando diferentes términos: Dilthey nos habla de vivencia, Husserl del mundo social de la vida, Heidegger de pre-comprensión y Gadamer de tradición*.
* Apunttes para un nuevo debate sobre identidad cultural.
Yara Baltes

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